Por: Dra. María Elisa Dejuane
Instagram: @unapediatrabiker
Un motivo frecuente de preocupación para los padres cuando sus hijos tienen fiebre es el temor a que se presente una convulsión.
Debemos saber que las convulsiones son un evento benigno, estresante para cualquier padre, pero benigno de la infancia y que van a desaparecer una vez lleguen a la edad escolar.
Las convulsiones se dan en respuesta ante la fiebre por parte del cerebro y se presentan habitualmente en niños sanos, entre los 6 meses hasta los 5 años de edad, principalmente entre los 1 a 2 años. Es importante saber qué hacer en caso que se presenten, ya que son momentos de angustia para todos.
Estas suelen ocurrir cuando inician los cuadros febriles en el primer día, asociado a infecciones virales como los resfriados, infecciones de oído o gastroenteritis. No están relacionadas con el valor de la temperatura, es decir, si es muy alta van a convulsionar, pueden aparecer incluso en temperaturas bajas como 38º C.
¿Cómo se presentan?
– El niño pierde súbitamente la conciencia, se pone rígido o duro y su cuerpo se sacude en forma brusca, ya sea todo o algunas partes, también puede quedarse flácido o aguado completamente o uno seguido de lo otro.
– Puede haber cambios de coloración como la boca morada y palidez, su mandíbula rígida y su mirada perdida. Y siempre están relacionadas con fiebre.
Sabemos que esos minutos son de angustia y desesperación, pero hay que recordar que el cuadro puede durar segundos o minutos aunque no duran más de 5 minutos, los cuales nos pueden parecer eternos.
– Al terminar la convulsión, el niño queda exhausto y adormilado por un tiempo variable.
¿Qué debemos hacer ante una convulsión febril?
• Colocar al niño tumbado de lado sobre un costado para que pueda respirar mejor y lejos de objetos con los que pueda golpearse.
• No intentar introducirle nada en la boca, ni intentar sacar la lengua, ya que con probabilidad pueden lastimarlo o romper piezas dentales. No se va a tragar la lengua ni ahogar con ella. Eso no sucede.
• No intentar detener los movimientos de la convulsión.
• Intentar bajar la fiebre con paños tibios o pasando una esponja con agua tibia por frente y cuello.
• Es difiícil, pero hay que intentar mantener la calma y hacer lo correcto hasta que la convulsión haya pasado.
• Cuando haya pasado la convulsión, se le puede administar su medicamento para la fiebre habitual (en la dosis correcta y que deben tener siempre actualizada con su médico en sus citas de control) y acudir al centro de salud o al hospital más cercano.
Es importante narrar el episodio con la mayor cantidad de detalles para que el médico lo pueda evaluar. Después de la convulsión el niño estará igual que antes. Sin embargo, si se repite la convulsión, el niño está decaído, muy irritable, se queja de dolor de cabeza intenso o vomita es necesario volver a acudir a urgencias para descartar una infección más severa.
Puede repetirse, 1 de cada 3 niños repite después del primer episodio.
Siempre recordar que las convulsiones febriles no dejan secuelas y en la mayoría de los casos no se precisa realizar ningún estudio especial. Deben saber que no están relacionadas con retraso ni alteraciones neurológicas. Solo su médico podrá determinar si son convulsiones febriles o si están relacionadas con alguna otra patología.
Ante cualquier inquietud, consulta a tu pediatra.
La autora, Dra. Maria Elisa Dejuane @unapediatrabiker es Pediatra Neonatóloga en Panamá y tiene sus consultorios en el Centro Médico Especializado San Fernando, 4-1, 4to piso. Para citas: 203-0862