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El segundo hijo

por: Jackie

Como cualquier madre, cuando quedé embarazada de mi primer hijo me entusiasmé con todo. El día que me enteré me metí a Baby Center y programé el calendario que me decía qué pasaba cada día de mi embarazo. “Esta semana tu bebé es del tamaño de un maní, tiene formadas sus manitos, su corazón, etc., etc.”. Estos mensajes me llegaban a mi correo electrónico todos los días y me encantaban. Me metí a internet a buscar ideas para el cuarto, investigué sobre las mejores mamaderas, ordeñadores y sillas de comer. Fui a las tiendas de bebés y leí todo sobre la seguridad del bebé. No soy mucho de eso, pero me regalaron mis sabanillas y la ropita hermosa de recién nacido que jamás se iba a poner.

Al hospital llevé cámara –me compré una nueva para documentar todos los momentos del nuevo bebé) y tomé en cuenta todos los detalles. Nació el niño y seguí los consejos. El que lo visitara, se tenía que lavar las manos.  La primera vez que le dio un resfriado, a los seis meses, me puse algo nerviosa. Me tocó nebulizarlo con agua salinada y pasar noches en vela porque se le trancaba la nariz. Tomé miles de fotos y videos al día. Se río… foto. Se volteó… foto. Alzó la mano… foto. Gateó, diez videos. Hice el libro de bebé como al 60%.

Hagamos un viaje rápido al futuro cuando quedé encinta de mi segundo hijo. Fue emocionante escuchar la noticia pero ya de por sí tenía otro bebé y no podía sobarme la barriguita y disfrutar el embarazo. Jamás me volví a meter a Baby Center y cuando la gente me preguntaba cuántas semanas tenía, a veces hasta se me olvidaba. Solo me importaba que todo iba bien. Escogí la primera tela que vi para el cuarto (ya no tenía tiempo para buscar con calma), compré un set nuevo de mamaderas, bodies y piyamas y me sentí lista. Mucho lo reusé, porque fue un segundo varón.

Cuando fui a dar a luz, se me quedó la cámara en casa. Para el parto usamos el celular. Poca gente me visitó al hospital o me llevó regalo. El bebé llegó a la casa y todo siguió normal. Su hermano, ya en el maternal, trajo muchas bacterias a la casa. Traté de proteger al bebé lo más posible pero era difícil y la verdad lavarse las manos no era tan importante como antes. A los cuatro meses el bebé se me puso mal del estómago. Le escribí al doctor, le di pedialite y problema resuelto. Nadie se alteró.

Le tomaba fotos pero ni cerca de la cantidad que le tomé al hermano y en la mayoría salen los dos. Mi objetivo era tomarles una tierna foto abrazados o al grande dándole la mamadera. Empecé el libro de bebé… aún no alcanza ni el 20%.

Hoy en día, su hermano mayor juega con él “touchdown”. Lo empuja, lo jamaquea y le quita los juguetes a cada rato. El grita y se defiende como puede. Se ha golpeado y se ha caído. Desde pequeño come lo que hay en la casa, nada de compotas especiales. Heredó muebles, ropa y juguetes. A veces salimos en la noche y lo dejamos porque aún se duerme bien temprano y no puede participar en todo. A sus 17 meses, ya es un «survivor».

Dice una amiga que tiene tres, que cuando te enteras que tendrás un tercero, vas, compras una cajeta de pampers de recién nacido y listo. Estás preparada para recibirlo (jajajjajaja). Ya me imagino el cuarto o el quinto.

Lo cierto es que así pasa y no tiene nada de malo. Lo importante es que el amor no se divide en dos sino que se multiplica. El corazón se llena más y la dicha es doble. Vivan los segundos, terceros y cuartos, nuestros chiquitines que crecen más rápido.

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" vidaentremadres : ."

View Comments (6)

  • Guao, aqui estoy leyendo emocionada porque vivo esa hermosa experiencia actualmente, y es asi tal cual como la detallan jajaja...y muy cierto mi corazon ha crecido para darles todo mi amor a estos hombres hermosos que asi como me dejan agotada al final del dia, me regalan con sus sonrisas una vida llena de dicha....

    • Karina nuestro corazón está igual!!!! Ja ja ja te entendemos full. Gracias gracias por leernos y apoyarnos!!!

  • jajajajajajaja que bello me senti totalmente identificada, yo tambiem tengo 2 principes azules. Uno de 10 y otro de siete y no veo mi vida sin ellos, el corazón de una madre siempre tiene un espacio especial para cada uno. Aunque al final del día, estes agotada cuando llegas a casa y ellos corren abrazarte todo ese cansancio se va y vale la penar por un beso y un abrazo sincero

    • Que rico saber que a medida que van creciendo nuestro crece y crece mas! gracias por leernos Marilyn.