Regresar a lo sencillo

Por: Jackie Souter 

El otro día me llamó una señora a quien quiero mucho y va a ser abuela por primera vez diciéndome: ¡te tengo un tema para Vida entre Madres! Estoy aquí en la farmacia comprándole su primer champú a mi nieto y hay diez mil marcas, sabores, colores, olores, que si para dormir, cabello rizado, cabello rubio, cabello rebelde, ¡esto qué es! ¡Por qué un bebé necesita todo esto! (En su época solo existía el jabón de castilla). Me reí y pensé: pobre cuando le toque comprar mamaderas, platos, vasos, esterilizador, chupones y cuántos chécheres totalmente innecesarios venden ahora para los bebés. ¿Cómo hicieron nuestras madres sin baberos de plástico, cucharitas especiales y maquinitas para hacer papilla orgánica?

Y aunque esto no es nada más que marketing, esta llamada me puso a pensar en tantas otras cosas que ahora no tienen sentido.  Como me dijo una tía, refiriéndose a la maternidad y la crianza de los hijos: “ahora todo es más complicado”. Tiene toda la razón y les pongo varios ejemplos.

En mi época, yo salía a la calle a jugar desde pequeña. Nadie me tenía un horario de actividades, nadie estudiaba conmigo. Claro que mi mamá me metió en el ballet y me consiguió transporte, pero más allá de eso no creo que ella haya sentido presión por tenerme “cosas que hacer”. Los fines de semana recuerdo irme a la casa de mi abuela y estar ahí metida todo el día jugando con mis primos. Inventado qué hacer. O acompañar a mi mamá a hacer sus mandados y aburrirme entre las tiendas de telas, la lavandería o la ferretería. A veces íbamos a una obra infantil, el parque Urraca, qué se yo, pero nada como ahora.

En nuestra época casi todos los cumpleaños se celebraban en nuestra casa. Jugábamos carrera de sacos, llevar los limones con la cuchara en la boca y carretilla. Las tarjetas eran llenadas a mano y las canastitas eran unos cartuchitos con burundangas. Debo confesar que ni he ido a un cumpleaños así, ni yo lo he celebrado así.

Ni hablar del tema “materialismo”. Jamás supe lo que era una marca de ropa o cartera fina hasta entrada de la adolescencia. Ahora, a los cincos años las niñas quieren tal cartera y los niños tales zapatillas. Yo lo más que quise fueron las “xuxandalias” y más grandecita las famosas KEDS.

Para las actividades especiales, muchas cosas eran “hechas en casa”. En el Día del Maestro llevé unas galletas, una taza… tengo una amiga que es maestra y los regalos que le dan son otra cosa.

Bueno, ya ven mi punto. No quiero sonar como una vieja repitiendo lo que ya sabemos, o  tirándomela de la más correcta. Yo también he caído en el enredo y hace unos días me gasté mucha plata en un lugar de diversión cuando ir al parque no cuesta nada. También me preocupo por inscribirlos en las “mejores clases”, que aprendan esto y aquello, porque si no “se quedan atrás”.

Pero quiero que como mamás reflexionemos y sepamos que está en nosotros criar a nuestros hijos con sencillez, como era antes. No es cuestión de tener recursos económicos o no, desde la madre más rica hasta la que tiene menos, a cualquier niño se le puede criar así o no.

Regresar a lo sencillo, a los juegos, al patio, al lodo. A que aprecien, que sepan que a ningún padre el dinero le crece en el patio, a que ayuden en la casa, a que entiendan que la vida es dura y sus papás no los van a rescatar siempre. A que aprendan que hay consecuencias a sus actos. A que quieran ser como un gran poeta, presidente, bailarina, empresario, arquitecto, y no como las Kardashian. A que sepan que hornear unas galletas para la maestra vale mucho más que un costoso regalo que le compró su madre porque se trata de AGRADECERLE por todo lo que hace por nosotros.

Aunque todo el mundo alrededor haga algo diferente, no importa, ¿por qué tanto miedo a que el niño se sienta “excluido”? Siempre habrá gente con nuestros valores que nos acompañe y créanme, a la larga, será mejor para ellos. Ellos ven todo y perciben todo. Sé que hay muchas mamás allá afuera que piensan como yo y se unirán a mi revolución por hacer que la vida de los niños sea más como antes.