Seamos sinceras, todas las madres hoy en día sentimos esa presión de ser “súper mujeres”, capaces de tenerlo “todo”. Hay artículos, libros, cuentas de Instagram, que nos invitan a ser tipo Angelina Jolie: madre abnegada, esposa dedicada, buenona con cuerpazo crossfitero, exitosa profesional o empresaria, buena amiga con una súper vida social, siempre vestida de moda, con el blower y las uñas hechas, la casa exquisitamente decorada y ordenada, el bebé impecable de un lado, el niño sonriendo del otro y ayudando al prójimo como voluntaria. Ah, se me olvidaba, comiendo comida no procesada y orgánica que se compra fresca en el mercado de abastos y del marisco (hasta escribirlo me da risa).

Señoras y señoras, esto es imposible e inalcanzable. La mayoría de las mujeres vivimos en un trepa que sube caótico, con falta de sueño constante, días de pelo sucio, horas extra en la oficina, corredera a citas médicas, almuerzos en el carro, regalos de cumpleaños atrasados y estrés. Inserte momentos de alegría indescriptible, un beso robado del marido, y una reunión con las amigas quizás una vez al mes. Esto no es cuestión de organización, simplemente el tiempo no alcanza. Siempre que estás haciendo algo, dejas de hacer otra cosa: si estás en el trabajo, no estás con tus hijos y si estás con tus hijos, no estás en el trabajo. Si estás con tus amigas, no estás en el gimnasio y si estás en el gimnasio, no estás con tu marido. Si madrugas para hacer ejercicios, estás dejando de dormir y si te vas a hacer el blower, estás dejando de hacer ejercicio. Ustedes ven mi punto.
Lo que sí existe, y es lo importante, es tener prioridades. Esa es la palabra clave para sentirse que uno tiene algún tipo de balance y organización. Uno evalúa su realidad, escoge sus prioridades y uno se aferra a ellas. La primera siempre es la familia. Luego viene lo demás y esto varía dependiendo de la situación. Es injusto pretender lo contrario.
Hay mamás que trabajan en oficina (algunas hasta de noche y domingos) y hay mamás que trabajan en casa o con horarios flexibles; hay mamás casadas, hay mamás divorciadas; hay mamás con esposos que cargan con mucha responsabilidad de los hijos, hay mamás que no tienen eso; hay mamás con el poder económico para tener mucha ayuda, hay mamás que no lo tienen; hay mamás que necesitan dormir ocho horas para funcionar (esa soy yo) y hay mamás que con seis están bien. Hay mamás que viven cerca de sus trabajos, hay mamás que viven lejísimos. Hay mamás empezando un negocio, hay mamás escribiendo blogs (jajajaj).
Cualquiera que sea tu situación, no te sientas mal. Haz lo mejor que puedas y concéntrate en lo importante. En mi caso particular, trabajo en un horario fijo con poca flexibilidad. A eso me adapto. He sacrificado mucho en esta etapa, no hago mucho ejercicio y no salgo ni veo tanto a mis amigas como quisiera. Pero ahorita mismo prefiero dormir un poquito más en las mañanas y en las tardes correr para mi casa a jugar con mis hijos y pasar tiempo de calidad con mi esposo. Es mi fórmula para mantenerme balanceada. Habrá días que me arreglo bonita y salgo a la fiesta, días que me dedico a hacer menús saludables, días que ayudo al prójimo… todo es importante, pero como se pueda y hasta donde se pueda. También dedico tiempo a mí misma, desahogándome en este blog.
Todas ustedes que me leen son súper madres y súper mujeres, no lo duden ni un segundo. No sé cómo lo hacemos, pero lo hacemos. Y créanme, eso que ven en las redes sociales, en las revistas y en E! es falso, porque hasta Angelina Jolie tiene sus días malos, con los pelos parado, la casa desordenada y los niños en caos. Y estoy segura que para ella también, algo tiene que ceder.